martes, 23 de diciembre de 2008

Con los ojos tapados


Sin saber que era imposible, fue y lo hizo

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Entre la alegría y la pena: Good bye 2008

LLega la Navidad, los pajaritos cantan las nubes se levantan y se acaba el 2008, que no es poco: entre crisis y crisas hemos conseguido marcharnos de casa; ahora pagamos desorbitados recibos de la luz y hemos conocido a encantadores pingüinos viviendo en el pasillo de casa; tengo un coche nuevo que es rojo y se llama melonet d'alger (o Félix); me sigue gustando tomar cervezas hasta que me echan de los bares, aunque ahora saben diferentes (que no significa que sepan peor); también he conseguido un trabajo digno con el que cerré una etapa negra en el archiconocido Medimierda; aprendí a disfrutar de las cenas de verano con una botella de vino en la mesa; me empapé de Madrid, de París, de Sevilla...; comprendí que hay que cuidar y que es bonito que te cuiden...

domingo, 12 de octubre de 2008

Ana...


Ana, es tan corta la vida,
y son tantas despedidas
llenas de promesas vanas.

Ana, ¿qué será de nosotros
cuando caigamos y otros
ocupen nuestro lugar?

Ana, ¿dónde será la batalla
próxima en que perdamos
la guerra contra la soledad?

Ana, volverás a escuchar
las piedras que contra tu ventana
lanzó la felicidad.

Lanzó la felicidad.

Ana, es tan corta la vida,
quizás me vuelva mentira
y no te conozca mañana.

Ana, cuando te esconda un abrazo
recuerda entonces el año
en que forjamos la paz.

Ana, quizás me marche y no vuelva,
quizás me muera y no tengas
que maldecirme jamás.

Ana, te veo y me declaro culpable
de desear tu presencia
más que desear la paz.

Ana, ¿qué hago yo con mis canciones,
con el manojo de escarcha,
con mis ganas de matar?

Ana, ¿qué hago yo con las montañas
de papeles que he firmado
jurando morir o amar?

Jurando morir o amar.

Ana.

Una Anna entre anas.

lunes, 6 de octubre de 2008

DABA MIEDO


"...daba miedo, salir al rellano, bajar, bajar solo, salir a la calle, salir solo, empezar a caminar, caminar solo, hasta la esquina, la esquina sola, el café de Max, Max solo, el farol de la rue de Bellechase donde...donde solo. Y quizá a partir de ese momento."


Esta es solo una muestra de las reflexiones Horacio en Rayuela...no es que la acabe de entender del todo (tampoco creo que nadie entienda Rayuela de todo), pero hoy me hace pensar en el miedo que últimamente tenía de bajar las escaleras de mi casa (una fobia no relacionada con la altura ni la peligrosidad de sus baldosas extremadamente erosionadas por el subir y bajar de inquilinos). Me hace pensar en las ganas que tenía de que lloviera todo el rato para bajar las persinas y tener la mejor escusa para quedarme en casa.


Pero Cortázar tuvo la excelente idea de terminar el párrafo con una esperanza de las bonitas. Quizás si somos un poco valientes.....¿no?

viernes, 27 de junio de 2008

Escribe principio donde pone fin


Siempre he creído que la vida está hecha de circulos. Líneas rectas que cuando menos te los esperas se tuercen y dibujan una circumferencia, que se cierra y, en ese momento, algo ha terminado. Se llama ciclo, creo.

Estos meses han estado demasiado llenos de ciclos, algunos debían cerrarse, otros no. Claro, no está en mis manos la vida de algo que empieza siendo una línea.

Unos que se van , otros que vuelven, yo que me quedo. Y así siempre siempre siempre, de circulo en circulo, adáptandose a los cambios, a los que me gustan y a los que no. Lo bonito de todo esto es que siempre hay algo que empieza, alguien que vuelve, cosas bonitas para recordar y cosas muy feas que se quedan encerradas para siempre, dentro de su circulo.

Y asi es como se escribe principio donde pone fin.




martes, 18 de marzo de 2008

Como pez en parís



Conocíamos ya a más de un Peruano que había soñado con la ciudad de la luz, y después de muchos quebraderos de cabeza se plantaron en el barrio latino; y pasearon por la orilla del Sena, un rio de suicidas, por cierto; y vivieron su particular mayo del 68; y comieron en los ahora concurridos bistrots del lugar; y besaron a alguna francesita sin demasiado éxito; y descubrieron lo que era una hondonada, también sin pena ni gloria; pasaron por via crucis rectales; y disfrutaron de una extraña solidaridad...Martín y Ricardito, algún día hablaremos de los peruanos de París...
Y, claro, con tantas referencias quien dice que no a un viaje a la tierra de Napoleón. LLegamos un jueves, con muchas perspectivas de lluvia y las maletas vacías del todo, porque, sin trabajo, el
dinero no da para facturar.
Los primeros contactos con los parisinos fueron bastante gratos, nada que ver con lo que descubriríamos más adelante, esa extraña raza que forma el llamado gremio hostelero de la ciudad...una comunidad uraña, caracterizada por su odio irrefrenabla e irracional hacia los visitantes, que se agranda si estos son españoles y si llevan escrito en la cara "no se francés, puede tomarme usted el pelo cuanto quiera, estoy absolutamente indefenso en su planeta de sangujuelas xupasangre"

Vivimos durante cuatro días en un hostal modesto, pero con un bonito balcón desde el que contemplábamos las reuniones de vecinos en las calles, es decir, gentes de colores (vamos, todos macronegratas) reuniéndose al caer la tarde, después del trabajo. Según Javi es porque así recuerdan el modo de vida de sus países de origen, en los que la prisa no forma parte de su agenda, y donde la calle es la sala de reuniones. Dormíamos en un quinto piso sin ascensor con ducha y dos toallas, que luego pasó a ser un segundo piso sin ascensor con ducha pero con una sola toalla, momento en el que descubrimos que el dueño del hostal y sus ecuaces no tenían ningún tipo de intención de ser amables con nosotros, ni colaborar en la solución de algunos de los problemas que nos iban surgiendo, e aquí la pérdida de uno de mis pantalones (prestados por bibiana) o la falta de algo con que secarnos, entre otras muchas cosas que no merecen especial atención.

Pero está bien que París fuese algo más que una estricta programación turística (que también, of course, madamme), que no solo descubrieramos la imponente Torre Eiffel; el inaccesible Arco del Triunfo; el interminable Louvre; Notre Dame... Porque para dos monolingües despistados, París puede ser siempre un poquito más que para cualquier otro. Me guardo en los bolsillos la noche en las escaleras de Montmatre, escuchando Bamba Bamba al son de una voz familiar, cerveza en mano; me quedo con el paseo por el Sena de noche; con Ricardito, que me acompañó en forma de libro por París; con el capuchino en Saint Germen Des Press ( sigo sin saber francés, claro); con mi guía, que me trajo de vuelta a casa sana y salva; con la pequeña sonrisa de la Mona Lisa y Javi loco por descubrir como funcionan los audífonos; con el jamón, que no es serrano, anna, que es ahumado; con los billetes de metro sobre la tumba de Truffaut; con la lluvia que no moja ni molesta...
Bueno, al fin y al cabo, París se deja vivir de forma exagerada, tal y como nos la mostró Martín.
Yo no quiero París sin aguacero, ni Venecia sin ti